Mi poema preferido.

Caótica

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Inebrantia
Hace ya mucho que escribo poesía. Llevo un blog al que me gustaría invitaros (siempre que salvaguardéis mi identidad en el foro cuando paséis por el blog ya que es público): cuandoruth.blogspot.com . Estoy intentado publicar mi primer libro de poemas, a la espera de una repuesta por parte de la editorial con la que lo he intentado. De todas formas, venía a contaros otra cosa. Venía a compartir con vosotros mi poema preferido.

A pesar de que adoro a autores como Alejandra Pizarnik (tenía TLP, por cierto, y os la recomiendo hasta el infinito), Sylvia Plath, Poe, Chantal Maillard o Irene X, mi poema preferido es de Dylan Thomas. Realmente mi cuerpo entero se revoluciona cada vez que lo leo. Así que os lo dejo para los que no lo conozcáis. Es un poco extraño, y eso lo hace aún más extraordinario. Espero que os guste:

No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.

Rabia, rabia contra la agonía de la luz.



- Dylan Thomas.
 
Guau gracias por tu aportación y con tu permiso seguiré tu blog
 
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El Héautontimoruménos

a J. G. F.

Te golpearé sin cólera alguna
y sin odio, como un carnicero,
como Moisés golpeara la roca
y hasta haré brotar de tu ojo

para alimentar mi Sahara propio
a las vertientes del sufrimiento.
Mi deseo de esperanza henchido
habrá de flotar sobre tu llanto salino

como un barco que se larga hacia la mar
y como en mi corazón, al que colmaron,
habrán de retumbar tus queridos sollozos
como un tambor que bate parche al atacar.

¿No soy un arpegio disonante
que suena en la divina sinfonía
todo gracias a la voraz ironía
que me mantea y me muerde?

¡En mi voz está ella, la turba!
¡En mi sangre el veneno negro!
Yo soy el siniestro espejo
donde se contempla la furia.

¡Yo soy el puñal y la herida!
¡Soy el cachetazo y la mejilla!
¡Los miembros y el tormento,
el verdugo y el atormentado!

¡De mi corazón vampiro tenaz,
de esos grandes abandonados,
a la risa eterna ya condenados
y que no pueden sonreír jamás!
 
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