La hiperempatía de los border-lines


por PACO TRAVER TORRAS ( extraído de su blog NEUROCiENCIA-NEUROCULTURA)



Jorge Luis Borges escribió un cuento -que publicó en Ficciones- de un tipo que al parecer conoció en la realidad llamado Ireneo Funes y que tenia dos habilidades: una la de no haberse peleado nunca con nadie, y la segunda, saber la hora con la precisión de un reloj digital mucho antes de que se inventarán los relojes digitales.

Al parecer y según el cuento de Borges, el tal Funes, sufrió un accidente que le llevó a ampliar aun más sus prestaciones mentales con una extraña habilidad: la de recordarlo todo. Dice Borges que su memoria era infinita y que tenia una enorme profundidad aunque era “estrecha”. El caso es que el Funes en cuestión dedicó su vida -la poca que le quedó pues murió a los 21 años- a aprender idiomas, inventar un nuevo sistema de numeración que no servía para nada y cosas asi. Borges nos advierte que Funes no sabia pensar, pues efectivamente pensar es descartar.

Sin saberlo, Borges nos describe a un personaje con una facultad especial y extraordinaria que en otros aspectos era un idiota y hasta podríamos decir un “retrasado”, pues no sólo carecía de inteligencia científica o de talento artístico sino también de las habilidades prácticas de la vida. Un perfil que hoy no tendriamos dificultad en calificar como un síndrome de Asperger o un síndrome del espectro autista. Se trata de esas personas que han sido descritos con el nombre de “savants”, sabios idiotas, pues aunque han desarrollado extraordinariamente ciertas facultades mentales -memoria, calculo, musicales- son absolutamente incapaces de darles una aplicación práctica al tiempo que se comportan como incapaces en otros aspectos usualmente sociales de su vida psíquica.

Ahora imaginemos a una persona que entre las prestaciones de su mente pudiera adivinar las intenciones de los demás, una especie de “lector de mentes ajenas”. ¿Qué le sucedería a una persona así?

En realidad a esta adivinación le llamamos “teoria de la mente”, o empatía, sin embargo no me estoy refieriendo a la prestación común de esta propiedad de nuestras neuronas espejo, sino que más allá de eso, propongo el ejercicio en el extremo, algo asi como lo que le sucedia a Funes con la memoria solo que en este caso con las emociones.

Una persona asi seria capaz de detectar pequeños indicios de hostilidad, rechazo, enfado, miedo, atracción fisica, vergúenza o apuro en los demás de una manera espontánea, todo lo cual puede aparentar ser una ventaja cuando uno vive rodeado de personas que adoptan emociones positivas con respecto a él, ¿pero que sucedería en la realidad real teniendo en cuenta que tambien puede inferir estados emocionales erróneos, es decir cometer errores en la traducción?.

Además hay otra cuestión adyacente y sigamos imaginando: estas personas hiperempáticas además de serlo tienen un déficit adyacente: no saben leer sus propias emociones, al vivir inmersos en el océano de las ajenas. Lo que en la comprensión de los demás se revelaría como una ventaja -suponiendo un mayor número de aciertos-, el analfabetismo emocional con respecto a sí mismo sería una desventaja y quedaría subordinado a las ajenas a fin de regular su propio estado de ánimo. Además estas personas serian incapaces de construir una narrativa coherente sobre sí mismos dado que sus inputs emocionales procederian siempre de los demás pero no de sí mismos. Estas personas tendrian tambien un grave déficit de su identidad.

Simplemente no saben quienes son o qué o cómo son. En otro lugar le hemos llamado a este fenómeno difusión de la identidad. Puesto que la identidad es:
La identidad es ese sentido de continuidad en la experiencia de nosotros mismos, una continuidad histórica, generacional, nacional, que incluye valores, creencias y un sentido de pertenencia a algo supraindividual, a algo que está más allá de nosotros mismos trascendente o banal pero que en cualquier caso es una experiencia compleja que incluye a la memoria, a la autoimagen, a la vivencia del tiempo y a las emociones y valores, sobre todo a esa dificil síntesis entre el apego y a la autonomía personal.
Este tipo de personas podrían ser descritas como un trastorno de personalidad limite o border-line.

Usualmente tendemos a imaginarnos la patología psiquiátrica como la falta de algo, como un déficit, sólo muy recientemente algunos investigadores han comenzado a plantearse ciertos trastornos psiquiátricos no como la ausencia sino como la expresión de un exceso de algo. En este sentido ciertos trastornos psiquiátricos pueden ser vistos como un exceso de la empatía o de la teoria de la mente, un ejemplo es la anorexia mental de la que hablé en el post anterior. Otro de ellos seria el TLP.

Es cierto que los pacientes con rasgos TLP de personalidad a veces parecen “adivinos” y demuestran una enorme capacidad de leer las emociones ajenas, incluyendo a las de sus terapeutas. Sin embargo una serie de estudios centrados en la teoría de la mente, las emociones y la empatía en el trastorno límite de la personalidad han generado resultados paradójicos (tal y como plantea Bernard Crespi aqui): por un lado, los pacientes muestran claramente las interpretaciones distorsionadas de la comunicación interpersonal y el déficit de alguna teoría de la mente pero también se ha demostrado en algunos estudios y en muchos relatos anecdóticos, las capacidades exquisitas para leer con precisión los estados emocionales de los demás. Por ejemplo, los pacientes borderline obtuvieron calificaciones más altas que los controles sanos en algunas pruebas estándar de habilidades socioemocionales, como en el test de Baron-Cohen “Leer la mente en los ojos” test de mentalización y también la prueba Happé para inferir los pensamientos, los sentimientos y las intenciones de los demás en situaciones sociales (Fertuck et al 2006;. Arntz et al 2009).

La paradoja está entonces en que tienen mucha habilidad para leer las emociones pero una tendencia a la distorsión de las mismas. ¿O es que cometen errores distintos segun las situaciones?

Franzen (2010) ha intentado resolver esta paradoja a través del manejo de dos variables: la confianza en la equidad y las expresiones emocionales.

Franzen et al. (2010) han ampliado recientemente este tipo de estudios en el ámbito de “juegos de cambio”, juegos de interacción que aprovechan las capacidades humanas tales como el reconocimiento de la equidad y la inferencia de claves emocionales de las expresiones faciales de los demás. En el juego de “confianza virtual”, los pacientes borderline demostraron ser superiores a los controles en su capacidad de atribuir estados mentales a los compañeros de interacción cuando las señales emocionales estaban presentes. En particular, los pacientes fueron más hábiles en detectar ciertos estimulos emocionales tramposos como la sonrisa que desmentía la injusticia del comportamiento, lo que sugiere mejora de la capacidad en la detección de las pequeñas y sutiles señales de auto-pretextos y engaños que impregnan la vida humana interpersonal. Impregnan – pero tal vez también armonizan y suavizan, de modo que una mayor percepción emocional y empática puede iluminar las oscuras sombras del egoísmo humano en un mundo que glorifica la cooperación (Franzen 2010).

En la prueba diseñada por Franzen los pacientes con TLP ajustaron sus valoraciones en relación con la equidad del compañero, mientras que, por el contrario, los sujetos sanos no consideraron la equidad de su compañero en presencia de expresiones faciales. Ambos grupos obtuvieron los mismos resultados en una tarea de reconocimiento emocional y valoraron la equidad del compañero de la misma manera.

Cuando el compañero ‘sin-equidad’ expresó información emocional los pacientes con TLP consideraron su comportamiento como más justo (equidad) mientras la falta de expresión emocional hizo que los pacientes valoraran su comportamiento como injusto. Los pacientes con TLP son superiores en la atribución de estados mentales a compañeros de interacción cuando hay información emocional presente. Mientras que las expresiones emocionales del paciente dominaron la respuesta en personas sanas, los pacientes con TLP usaron la equidad de sus compañeros sociales para dirigir su propio comportamiento a pesar de la existencia de información emocional.

El trastorno límite de la personalidad es de las pocas condiciones psiquiátricas fuertemente sesgadas (aproximadamente 3:1) hacia las mujeres, un patrón que encaja con la capacidad mejorada de empatía de las mismas, en comparación con los hombres, en población no clínica (Nettle 2007). Además, entre las mujeres normales hiperempáticas se ha asociado positivamente con medidas de psicosis, lo que sugiere que un” cerebro femenino extremo” puede ser caracterizado por positivos rasgos psicóticos de caracter afectivo tales como la paranoia y la manía (Brosnan et al. 2010).

En conclusión:

Dichos estudios deberán proporcionar nuevos datos fundamentales sobre las bases de adaptación de las diferencias sexuales humanas en la vida social del cerebro, habilidades – pero más importante aún, en los roles potenciales de las adaptaciones hiperfuncionales psicológicas humanas en la patología psiquiátrica.
Dicho de otra forma: del mismo modo que en Funés su exceso de memoria interfería en su pensamiento, la hiperempatía de los TLP deviene inadaptativa pues leer las emociones ajenas -aun sin errores- no asegura la coherencia de las propias e interfiere probablemente en la construcción de la identidad.




 
Hola!!
Excelente entrada, me ha encantado todo el artículo de inicio a fin.

Un saludito!
 
Me ha gustado pero hay cosas que no he entendido...¿ los tpl construimos nuestra personalidad desde las emociones de los demás?
Yo reconozco que por las emociones reconozco a las personas y se que sentimientos perciben ante mi o ante los demás...
Tb en ocasiones y no se por qué, cuando una persona cercana a mi se ha pues to mala yo he sentido el mismo dolor en el mismo lugar....
Y me considero una persona que suelo sufrir con el sufrimiento de los demás...pero en cuanto a la parte positiva, como que no lo siento tanto.
Bueno no se explicarme muy bien.
 
Eso que vos decís de sentir lo que siente el otro... se llama empatía. Si fuera por eso, entonces Buda, Jesús, Teresa de Calcuta, San Francisco y un montón de hombres y mujeres especiales tendrían TLP. La diferencia con ellos quizá consista en que ellos sabían cómo convertir ese dolor en algo útil, y a nosotros no sólo nos hace mal sino que muchas veces -no digo siempre- no tenemos ni idea de cómo ayudar, sino que el dolor del otro nos hace daño pero ahí se queda.
Subí lo de Traver porque tiene algunas, sino unas cuantas, notas interesantes en su blog, aunque no estoy muy de acuerdo con algunas cosas. Es como que patalogiza mucho, y eso no me gusta.
 
Muy interesante el artículo.la.empatia es un problema en esta sociedad donde a nadie le importa nada .menos tus problemas . Lo de no saber que sentimos eso si me pasa.por ello escribo poesía .es la.forma que encontré de saber que siento .
 
Yo también siento en mí misma las emociones de las personas más cercanas a mí. Pero más que nada, las negativas. Las positivas mucho menos. No sé por qué :(
 

por PACO TRAVER TORRAS ( extraído de su blog NEUROCiENCIA-NEUROCULTURA)



Jorge Luis Borges escribió un cuento -que publicó en Ficciones- de un tipo que al parecer conoció en la realidad llamado Ireneo Funes y que tenia dos habilidades: una la de no haberse peleado nunca con nadie, y la segunda, saber la hora con la precisión de un reloj digital mucho antes de que se inventarán los relojes digitales.

Al parecer y según el cuento de Borges, el tal Funes, sufrió un accidente que le llevó a ampliar aun más sus prestaciones mentales con una extraña habilidad: la de recordarlo todo. Dice Borges que su memoria era infinita y que tenia una enorme profundidad aunque era “estrecha”. El caso es que el Funes en cuestión dedicó su vida -la poca que le quedó pues murió a los 21 años- a aprender idiomas, inventar un nuevo sistema de numeración que no servía para nada y cosas asi. Borges nos advierte que Funes no sabia pensar, pues efectivamente pensar es descartar.

Sin saberlo, Borges nos describe a un personaje con una facultad especial y extraordinaria que en otros aspectos era un idiota y hasta podríamos decir un “retrasado”, pues no sólo carecía de inteligencia científica o de talento artístico sino también de las habilidades prácticas de la vida. Un perfil que hoy no tendriamos dificultad en calificar como un síndrome de Asperger o un síndrome del espectro autista. Se trata de esas personas que han sido descritos con el nombre de “savants”, sabios idiotas, pues aunque han desarrollado extraordinariamente ciertas facultades mentales -memoria, calculo, musicales- son absolutamente incapaces de darles una aplicación práctica al tiempo que se comportan como incapaces en otros aspectos usualmente sociales de su vida psíquica.

Ahora imaginemos a una persona que entre las prestaciones de su mente pudiera adivinar las intenciones de los demás, una especie de “lector de mentes ajenas”. ¿Qué le sucedería a una persona así?

En realidad a esta adivinación le llamamos “teoria de la mente”, o empatía, sin embargo no me estoy refieriendo a la prestación común de esta propiedad de nuestras neuronas espejo, sino que más allá de eso, propongo el ejercicio en el extremo, algo asi como lo que le sucedia a Funes con la memoria solo que en este caso con las emociones.

Una persona asi seria capaz de detectar pequeños indicios de hostilidad, rechazo, enfado, miedo, atracción fisica, vergúenza o apuro en los demás de una manera espontánea, todo lo cual puede aparentar ser una ventaja cuando uno vive rodeado de personas que adoptan emociones positivas con respecto a él, ¿pero que sucedería en la realidad real teniendo en cuenta que tambien puede inferir estados emocionales erróneos, es decir cometer errores en la traducción?.

Además hay otra cuestión adyacente y sigamos imaginando: estas personas hiperempáticas además de serlo tienen un déficit adyacente: no saben leer sus propias emociones, al vivir inmersos en el océano de las ajenas. Lo que en la comprensión de los demás se revelaría como una ventaja -suponiendo un mayor número de aciertos-, el analfabetismo emocional con respecto a sí mismo sería una desventaja y quedaría subordinado a las ajenas a fin de regular su propio estado de ánimo. Además estas personas serian incapaces de construir una narrativa coherente sobre sí mismos dado que sus inputs emocionales procederian siempre de los demás pero no de sí mismos. Estas personas tendrian tambien un grave déficit de su identidad.

Simplemente no saben quienes son o qué o cómo son. En otro lugar le hemos llamado a este fenómeno difusión de la identidad. Puesto que la identidad es:
La identidad es ese sentido de continuidad en la experiencia de nosotros mismos, una continuidad histórica, generacional, nacional, que incluye valores, creencias y un sentido de pertenencia a algo supraindividual, a algo que está más allá de nosotros mismos trascendente o banal pero que en cualquier caso es una experiencia compleja que incluye a la memoria, a la autoimagen, a la vivencia del tiempo y a las emociones y valores, sobre todo a esa dificil síntesis entre el apego y a la autonomía personal.
Este tipo de personas podrían ser descritas como un trastorno de personalidad limite o border-line.

Usualmente tendemos a imaginarnos la patología psiquiátrica como la falta de algo, como un déficit, sólo muy recientemente algunos investigadores han comenzado a plantearse ciertos trastornos psiquiátricos no como la ausencia sino como la expresión de un exceso de algo. En este sentido ciertos trastornos psiquiátricos pueden ser vistos como un exceso de la empatía o de la teoria de la mente, un ejemplo es la anorexia mental de la que hablé en el post anterior. Otro de ellos seria el TLP.

Es cierto que los pacientes con rasgos TLP de personalidad a veces parecen “adivinos” y demuestran una enorme capacidad de leer las emociones ajenas, incluyendo a las de sus terapeutas. Sin embargo una serie de estudios centrados en la teoría de la mente, las emociones y la empatía en el trastorno límite de la personalidad han generado resultados paradójicos (tal y como plantea Bernard Crespi aqui): por un lado, los pacientes muestran claramente las interpretaciones distorsionadas de la comunicación interpersonal y el déficit de alguna teoría de la mente pero también se ha demostrado en algunos estudios y en muchos relatos anecdóticos, las capacidades exquisitas para leer con precisión los estados emocionales de los demás. Por ejemplo, los pacientes borderline obtuvieron calificaciones más altas que los controles sanos en algunas pruebas estándar de habilidades socioemocionales, como en el test de Baron-Cohen “Leer la mente en los ojos” test de mentalización y también la prueba Happé para inferir los pensamientos, los sentimientos y las intenciones de los demás en situaciones sociales (Fertuck et al 2006;. Arntz et al 2009).

La paradoja está entonces en que tienen mucha habilidad para leer las emociones pero una tendencia a la distorsión de las mismas. ¿O es que cometen errores distintos segun las situaciones?

Franzen (2010) ha intentado resolver esta paradoja a través del manejo de dos variables: la confianza en la equidad y las expresiones emocionales.

Franzen et al. (2010) han ampliado recientemente este tipo de estudios en el ámbito de “juegos de cambio”, juegos de interacción que aprovechan las capacidades humanas tales como el reconocimiento de la equidad y la inferencia de claves emocionales de las expresiones faciales de los demás. En el juego de “confianza virtual”, los pacientes borderline demostraron ser superiores a los controles en su capacidad de atribuir estados mentales a los compañeros de interacción cuando las señales emocionales estaban presentes. En particular, los pacientes fueron más hábiles en detectar ciertos estimulos emocionales tramposos como la sonrisa que desmentía la injusticia del comportamiento, lo que sugiere mejora de la capacidad en la detección de las pequeñas y sutiles señales de auto-pretextos y engaños que impregnan la vida humana interpersonal. Impregnan – pero tal vez también armonizan y suavizan, de modo que una mayor percepción emocional y empática puede iluminar las oscuras sombras del egoísmo humano en un mundo que glorifica la cooperación (Franzen 2010).

En la prueba diseñada por Franzen los pacientes con TLP ajustaron sus valoraciones en relación con la equidad del compañero, mientras que, por el contrario, los sujetos sanos no consideraron la equidad de su compañero en presencia de expresiones faciales. Ambos grupos obtuvieron los mismos resultados en una tarea de reconocimiento emocional y valoraron la equidad del compañero de la misma manera.

Cuando el compañero ‘sin-equidad’ expresó información emocional los pacientes con TLP consideraron su comportamiento como más justo (equidad) mientras la falta de expresión emocional hizo que los pacientes valoraran su comportamiento como injusto. Los pacientes con TLP son superiores en la atribución de estados mentales a compañeros de interacción cuando hay información emocional presente. Mientras que las expresiones emocionales del paciente dominaron la respuesta en personas sanas, los pacientes con TLP usaron la equidad de sus compañeros sociales para dirigir su propio comportamiento a pesar de la existencia de información emocional.

El trastorno límite de la personalidad es de las pocas condiciones psiquiátricas fuertemente sesgadas (aproximadamente 3:1) hacia las mujeres, un patrón que encaja con la capacidad mejorada de empatía de las mismas, en comparación con los hombres, en población no clínica (Nettle 2007). Además, entre las mujeres normales hiperempáticas se ha asociado positivamente con medidas de psicosis, lo que sugiere que un” cerebro femenino extremo” puede ser caracterizado por positivos rasgos psicóticos de caracter afectivo tales como la paranoia y la manía (Brosnan et al. 2010).

En conclusión:

Dichos estudios deberán proporcionar nuevos datos fundamentales sobre las bases de adaptación de las diferencias sexuales humanas en la vida social del cerebro, habilidades – pero más importante aún, en los roles potenciales de las adaptaciones hiperfuncionales psicológicas humanas en la patología psiquiátrica.
Dicho de otra forma: del mismo modo que en Funés su exceso de memoria interfería en su pensamiento, la hiperempatía de los TLP deviene inadaptativa pues leer las emociones ajenas -aun sin errores- no asegura la coherencia de las propias e interfiere probablemente en la construcción de la identidad.





Este articulo tendre que releerlo Celeste, aprovecho para saludarte, esperando te encuentres bien...:holins:
 
Ups pues es muy confuso no?muchas veces no sé si me persigo o de verdad siento cuando alguien no o piensa bien sobre mi . Tiendo a evitar mirar a las personas a los ojos y eso ayuda .
 
Es un artículo muy interesante con el que me identifiqué en muchos aspectos.

También siento el dolor de los demás y también se me vuelve físico , y en efecto no sé que hacer con la empatia que experimento . No sé como canalizar ni ayudar, y al final sufro con los demás sin poder ayudar.

Me alegra que suban este tipo de lecturas porque me aportan entendimiento de mi propio yo.

Gracias por tan buen artículo
 
Estoy muy de acuerdo en q se leer las intenciones ajenas calcadas.
Se porque se comportan las personas como se comportan y q trasfondo hay tras su conducta.
Y sin embargo a veces no se ver lo obvio, y me dejo engañar como una niña de parvulo.
Q interfiere?
Mis propios deseos.
 
Excelente artículo. Me deja pensando muchas cosas...
También me pasa que siento lo que el otro siente, tanto lo bueno como lo malo... Me alegra mucho más lo ajeno que lo propio, pero mi tristeza, casi siempre es insuperable...
Tal vez por eso sea tan influenciable, porque muchas veces, esa empatía me crea confusión, no se si lo que siento es mío o del otro...
Desde chica tenía esa manera de ser muy pasiva, en la que disfrutaba más mirando a los demás actuar, que actuando yo...
Incluso ahora de adulta (sólo cronológicamente), me pasa que disfruto mucho más el orgasmo ajeno que el propio...
Actualmente me pasa que, pese a tener mucha empatía y adivinar los sentimientos del otro, tengo poco tacto y poco filtro, casi sincericidio, y mis comentarios resultan de lo más desubicados...
Las personas me miran como diciendo: " O es muy inteligente y me está tomando el pelo, o es muy boluda y no se da cuenta que se está desubicando"... Yo los adivino y enseguida les aclararo: "Soy boluda de verdad", pero claro... Ningún loco admite su locura, ningún imbécil, admite su imbecilidad...
Entonces no sólo no me creen, sino que además me especializo en caerle mal a la gente y crearme enemigos fácilmente...
 
Perdón Celesteyblanca, vos igual qué cosa cielo?
Porque si hay algo en lo que me especializo es en perder el hilo de la conversación, y desviarme hacia cualquier lado... Encima, cada vez que opino sobre algo, tengo la sensación de que son todas estupideces, y me arrepiento de opinar, pero no puedo evitarlo, necesito quedar expuesta...
Así es como duro poco en cualquier lado...
Tiendo desaparecer. Borderline (trastorno de personalidad límite) Conmorbilidad: Trastorno de personalidad antisocial por evitación.
 
Querida @Lady Godiva, nos encanta que opines. ;)
 
Perdón Celesteyblanca, vos igual qué cosa cielo?
Porque si hay algo en lo que me especializo es en perder el hilo de la conversación, y desviarme hacia cualquier lado... Encima, cada vez que opino sobre algo, tengo la sensación de que son todas estupideces, y me arrepiento de opinar, pero no puedo evitarlo, necesito quedar expuesta...
Así es como duro poco en cualquier lado...
Tiendo desaparecer. Borderline (trastorno de personalidad límite) Conmorbilidad: Trastorno de personalidad antisocial por evitación.

Me refiero a lo del sincericidio. Yo también (sobre todo en redes sociales). Y también eso de no saber bien si son mis sentimientos o los del otro. Por ejemplo, tuve que hacer mucha terapia para darme cuenta de que estaba dejando a mi pareja porque él no me quería... y no porque yo no lo quería a él. Me di cuenta recién cuando él me dejó a mí, después de muchas idas y venidas... en fin.
 
La poesía nos ayuda a muchos, tanto escribir como leer. Pienso que muchos grandes poetas tienen TLP
 
Muy buen artículo. Yo también soy muy empática y sufro mucho por los demás. Por otro lado, nunca me ha gustado la gente "opaca". Prefiero a la gente cuando puedo "leer" lo que piensan y sienten cuando les miro. No estoy tan de acuerdo con el no saber identificar mis propias emociones. Creo que si se hacerlo, aunque a veces reconozco que mezclo algunas (amor con orgullo, rabia con tristeza...) pero yo creo q le pasa a todo el mundo.
 
Tarde respondo a esto...
No estoy de acuerdo en absoluto con el escrito. Empatía ("pathos") tiene que ver con Sentir a otro, no con leer sus intenciones.
Por perceptivo y observador que uno sea, no creo en la lectura de mentes/pensamiento. Creo que la percepción nos engaña y que suponer e imaginar lo que otro piensa hace más mal que bien al imaginador.

Si realmente sientes a otro, asumes que ese otro tiene su historia personal, sus conflictos, sus batallas igual que tú. De modo que estarías enfocado en ese otro, y no te importaría tanto las reacciones emocionales que tú le pudieras suscitar (???), ni la intención que pudiera tener para contigo en el mundo psíquico.

El estar tremendamente preocupado por qué piensa otro sobre mí NO es un rasgo empatico, es absolutamente lo contrario. Para mí empatizar significa poner el foco de nuestra mirada en otra persona, no en el ombligo propio.
Respecto a la relación con el Tlp, creo que la intensidad de las propias emociones ocluye precisamente la visión hacia el otro, por eso la idealización/demonización del otro es común (e irreal, porque el otro no es un ángel ni un demonio, sino un humano como uno lo es, y si pudiera uno realmente empatizar y sentirle vería esto: un humano con emociones, con mochila e historia personal).
 
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